El peligro de la elevación brusca de la temperatura hasta llegar a los 39º puede dar lugar a una convulsión febril. Cualquier niño o cualquier persona puede padecer riesgo de convulsionar si su cuerpo sufre una elevación brusca de la temperatura.
Una convulsión febril es un evento convulsivo, generalmente inofensivo, en un niño precipitado o inducido por fiebre y en ausencia de una infección cerebral, de la médula espinal o de cualquier otra causa neurológica subyacente. Las convulsiones febriles usualmente ocurren en menos del 5% de niños entre las edades de 6 meses a 5 años.
Una convulsión febril es un evento convulsivo, generalmente inofensivo, en un niño precipitado o inducido por fiebre y en ausencia de una infección cerebral, de la médula espinal o de cualquier otra causa neurológica subyacente. Las convulsiones febriles usualmente ocurren en menos del 5% de niños entre las edades de 6 meses a 5 años.
Por lo general, se administra diazepam a dosis pediátricas de 0.33 mg/kg cada 8 horas hasta que se resuelva la fiebre. El diazepam está contraindicado en pacientes con glaucoma.
Las convulsiones en general obedecen a una descarga neuronal anormal en el sistema nervioso central con fenómenos paroxísticos ocasionales e involuntarios que pueden inducir alteraciones de la conciencia, movimientos anormales o fenómenos autonómicos tales como cianosis o bradicardia.
Las convulsiones febriles generalmente se desencadenan por fiebres a raíz de:
Las convulsiones febriles generalmente se desencadenan por fiebres a raíz de:
- Infecciones del oído
- Roséola infantil (una afección con fiebre y salpullido causada por varios virus diferentes).
- Infecciones de las vías respiratorias altas causadas por un virus.
- La meningitis provoca menos del 0.1 % de las convulsiones febriles pero SIEMPRE se debe tener en cuenta, especialmente en niños menores de un año o aquellos que lucen aún enfermos cuando la fiebre ha bajado.
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