DESOBEDIENCIA, NEGATIVÍSMO Y RABIETAS

a) El niño desobediente:
-La mayoría de padres no tendrá dificultad para definir o expresar lo que entienden como "desobediencia". De hecho es un problema al que con cierta frecuencia deben enfrentarse tanto ellos como educadores. A pesar de que todos conocen el término, no es sencillo delimitar lo que constituye un acto de desobediencia. Según algunos autores, se podría definir la conducta de desobediencia como : La negativa a iniciar o completar una orden realizada por otra persona en un plazo determinado de tiempo (5 a 20 segundos). Esta orden puede hacerse en el sentido de "hacer" o en el sentido de "no hacer", de detener una determinada actividad. Sin embargo, esta definición no comprende otras situaciones que son también consideradas como desobedientes por los padres. Por ejemplo si establecen como norma el hacer la cama al levantarse o llegar a casa a una determinada hora, los padres suelen entender que se produce una conducta desobediente si no se cumple dicha norma aun cuando no se lo indiquen cada vez que se levante por la mañana o salga de casa.

 Los episodios de desobediencia pueden forman parte de un desarrollo "normal" del niño en ciertas edades. Por ejemplo hay autores (Achenback y Edelbrock 1.981) que encuentran que a la edad de 5 a 6 años un porcentaje elevado de padres (50%) se quejaban de conductas de desobedecer ordenes o destruir objetos, bajando el porcentaje a los 16 años (20%). Para establecer el punto de corte entre la normalidad y la patología deben tenerse en cuenta la frecuencia de estas conductas y su gravedad.

-El cómo tratar a un niño desobediente es motivo de consulta frecuente. La desobediencia puede ir acompañada o no de otros elementos disruptivos como las rabietas o el negativismo. Hay que valorar cada situación para tomar las medidas correctoras oportunas. La edad de aparición de dichas conductas, las circunstancias actuales que la provocan y las mantienen, la situación y relación familiar, son algunos de los puntos a tener en cuenta. Más adelante se explican algunas de sus posibles causas y varias técnicas para intentar combatirlas. 
 b) El niño de las Rabietas:
Las rabietas podríamos calificarlas como de expresiones reactivas con las que algunos niños muestran su desacuerdo u enfado con alguna situación concreta y normalmente durante la interacción con algún adulto significante (padres, abuelos, etc...). Las rabietas son un fenómeno normal en un determinado estadio evolutivo del niño (alrededor de los dos o tres años) y deberían ir remitiendo a medida que el niño se hace mayor para desaparecer completamente hacia los cinco o seis años de edad. Sin embargo, algunos niños, ya con cierta edad, saben que tener rabietas supone una forma rápida y eficaz para alcanzar sus deseos o caprichos. Por su parte, los padres saben que satisfaciendo al niño, éste se calma rápidamente y se evita el bochorno de la pataleta, especialmente si se produce en algún lugar público. Evidentemente, a la larga, este tipo de actuación por parte de los padres sólo consigue perpetuar el problema.
-Es importante también diferenciar si estas rabietas se presentan como elementos aislados de reivindicación de determinados privilegios, o forman parte de un cuadro comportamental más extenso con otros repertorios de conductas problemáticas. En éste último caso se debería proceder a un análisis más detallado de las conductas antes de intervenir.


Pautas a seguir en caso de rabietas puntuales : El consejo general es hacer caso omiso cuando se produce la rabieta y retirarle la atención inmediatamente. Es importante que los padres, en ese momento, no pierdan la calma y que actúen con firmeza, negando el capricho o la demanda, pero a la vez sin alterarse, sin gritar ni reñir. En caso de que los padres se enzarzaran en una recriminación mutua o con el niño a gritos, éste percibirá que en cierto modo sigue teniendo el control sobre la conducta de sus padres. Si la rabieta ha sido de cierta magnitud puede utilizarse la técnica del "coste de respuesta" o "tiempo fuera" en la que el niño recibe una consecuencia negativa por su acto (retirada de algún reforzador o se le aparta por un breve tiempo, por ejemplo, a su habitación). Posteriormente, una vez calmado, se puede hablar con el niño y explicarle que por ese camino no va a conseguir nada, al tiempo que se establecen las situaciones en las que sí podrá recibir sus demandas (cuando efectúe ciertas tareas o comportamientos adecuados).
 Para tener un mayor control sobre el comportamiento, es muy importante que los padres y otros familiares cercanos (abuelos, hermanos mayores, etc...) actúen de igual forma ante las demandas excesivas del niño. La complicidad y perseverancia de los padres en su interacción con el niño es esencial para su control. 
c) El niño negativista:
-Entendemos como tal aquel tipo de niño que muestra una oposición activa pero no agresiva. Sería el niño que "siempre dice no". Probablemente el negativismo sea una forma segura de llamar y mantener la atención de los otros sobre uno mismo. Una de las posibles causas de tal comportamiento, reside en el hecho de que el niño ha aprendido a que negándose a colaborar o a obedecer ordenes puede evitar la realización de tareas que no son de su agrado. El niño se da cuenta de que sólo se trata de ser más perseverante en su conducta (negativismo) que los mayores. Al igual que sucedía con el "niño de las rabietas" el resultado de su conducta (el librarse de hacer aquello que no le gusta) no hace más que reforzar dicho comportamiento, aumentando su probabilidad de ocurrencia y por tanto la cronificación del problema.

SU ORIGEN: ¿Por qué se porta mal?

-Muchos padres dan por sentado que su hijo ha nacido así : "que le vamos a hacer..." e incluso son capaces de establecer paralelismo con otros miembros de su familia : "ha salido como su abuelo...". Todo ello parece denotar la sensación de impotencia para controlar la conducta por parte de los padres, situando el origen del problema en factores externos a ellos mismos . Lo que ignoran es que, habitualmente, conductas como la desobediencia están fuertemente controladas por varias variables de las que no son ajenas los propios padres.
-Igualmente no podemos obviar el hecho de que, en últimos años, la sociedad en general y la familia en particular, han sufrido cambios significativos en cuanto a su estructura y valores tradicionales. Ello ha supuesto también el consecuente impacto en la población infantil y juvenil y el surgimiento de nuevos ámbitos de intervención por parte de los profesionales de la psicología. 

 

CONDUCTAS INFANTILES PROBLEMÁTICAS (INTRODUCCIÓN)

La desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc..., constituyen parte de los trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un desafío a su autoridad y control, llegándose a establecer un vínculo relacional coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza, incrementándose su magnitud, frecuencia y lo que es más significativo: la edad de inicio cada vez es más temprana. 
 El conocido Síndrome del Emperador describe aquellos niños que se constituyen como verdaderos tiranos en su relación con los padres. Son exigentes, intolerantes y pueden llegar hasta la agresión si se les contraría en sus demandas. Son niños que no admiten el no. Algunas explicaciones alegan al hecho de que son incapaces de sentir las emociones, otros a factores genéticos, por último hay quien alega la educación recibida. La explicación más sensata es que cada uno de estos factores es sólo parte del problema y que todos ellos en interacción con más o menos peso específico, según el caso, están determinando la conducta actual.
 Según Javier Urra (Psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid y autor del libro "El pequeño dictador"), "si tienes un niño pequeño que hace lo que quiere, que piensa que todos a su alrededor son unos satélites, que a los dos años no ayuda a recoger los juguetes, que jamás se pone en el lugar del otro, aprende que la vida es así y la madre es una bayeta que sirve para ir detrás de él. Si eso no se frena, cuando tiene 16 o 17 años se desborda: exige mucho dinero y cuando la madre un día le dice no, no lo tolera. Lleva 17 años oyendo que sí a todo. ¿Cómo que no?, dice. Entonces la empuja contra la pared, le tira la comida a la cara, la amenaza".

-Hoy en día y gracias a los avances de la genética sabemos que, en casos concretos, los episodios de conductas disruptivas son consecuencia de un trastorno genético subyacente (p.e. Síndrome X Frágil) y no siempre todo puede explicarse en términos de educación. Es habitual también encontrar niños especialmente agresivos entre el colectivo que a sufrido carencias afectivas en la infancia y han crecido sin la presencia de sus padres o unos modelos de referencia adecuados.
Pese a ello, una adecuada educación temprana, puede influir en gran medida en la expresión final de esta conducta. Niños que presentan un escasa empatía o reciprocidad emocional hacia otras personas pueden ser adiestrados en técnicas de autocontrol y mejorar su repertorio violento. 



ABORTO ESPONTÁNEO RECURRENTE



Si bien los abortos espontáneos suelen ocurrir una sola vez, hasta una de cada dos parejas experimenta dos, tres o más abortos espontáneos seguidos. En algunos casos, estas parejas tienen un problema subyacente que provoca estos abortos. Las parejas que han sufrido dos o más abortos espontáneos deben someterse a una evaluación médica completa para conocer la causa de los abortos y saber qué hacer para impedir que se produzcan más. Sin embargo, las pruebas sólo pueden determinar la causa de los abortos espontáneos recurrentes en hasta el 50 por ciento de los casos.

Entre algunas de las causas conocidas más comunes se encuentran las siguientes:

Problemas cromosómicos.
Si bien los resultados de estudios anteriores sugerían que los problemas cromosómicos sólo se producían una vez, otros estudios más recientes indican que los problemas cromosómicos pueden provocar casi el 50 por ciento de las pérdidas recurrentes de embarazos. La mayoría de las parejas que sufren abortos espontáneos recurrentes tiene cromosomas normales, pero existe una probabilidad del 2 al 4 por ciento de que alguno de los dos sea portador de una redistribución cromosómica que no afecta su propia salud pero que puede provocar redistribuciones cromosómicas en el feto y resultar en un aborto espontáneo. Se recomienda a ambos padres realizarse un análisis de sangre llamado cariotipo para determinar la presencia de estas redistribuciones cromosómicas.

Anomalías uterinas.
Las anomalías del útero causan entre el 10 y el 15 por ciento de los abortos espontáneos recurrentes. Estas pérdidas del embarazo pueden ocurrir en el primer o el segundo trimestre. Algunas mujeres nacen con un útero cuya forma es anormal o que se encuentra dividido en forma parcial o completa. Otras desarrollan tumores no cancerosos (fibroides) o tienen cicatrices en el útero debido a cirugías previas. Estas anomalías pueden limitar el espacio disponible para el feto en crecimiento o interferir con el abastecimiento de sangre al útero. Algunas anomalías uterinas pueden corregirse mediante cirugía, lo cual incrementa las probabilidades de tener un futuro embarazo exitoso. Un cuello uterino debilitado (a veces llamado cuello incompetente) puede causar un aborto espontáneo, por lo general entre las semanas 16 y 18 del embarazo. A veces es posible prevenir los abortos espontáneos recurrentes causados por un cuello uterino debilitado colocando una sutura a su alrededor al comienzo del siguiente embarazo. Este procedimiento se conoce como cerclaje.

Causas hormonales.
Cuando el organismo segrega una cantidad excesiva o insuficiente de ciertas hormonas, puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo. Algunos investigadores creen que las bajas concentraciones de la hormona progesterona, que es fundamental durante la primera etapa del embarazo, provocan entre el 25 y el 40 por ciento de las pérdidas tempranas, aunque no se ha podido comprobar.1 Las mujeres que tienen bajas concentraciones de progesterona durante varios ciclos menstruales seguidos, diagnosticado mediante análisis de sangre y una biopsia del endometrio, tienen lo que se llama un defecto de la fase luteínica. El tratamiento con supositorios de progesterona natural o con inyecciones de gonadotropina coriónica humana pueden ayudar a prevenir otro aborto espontáneo. No obstante, los estudios no han probado aún la eficacia de estos tratamientos. Al menos un tercio de las mujeres que sufren varios abortos espontáneos parece tener síndrome de ovario poliquístico, caracterizado por anomalías hormonales y varios quistes en los ovarios. Aún no se conocen bien las causas de los abortos espontáneos recurrentes en estas mujeres.

Problemas del sistema inmunológico.
Si bien todas las personas producen proteínas llamadas anticuerpos que las protegen de las infecciones, algunas producen ciertos anticuerpos (llamados autoanticuerpos) que pueden atacar sus propios tejidos y provocar una serie de problemas de salud. Algunos tipos particulares de autoanticuerpos (tales como la anticardiolipina) provocan coágulos de sangre que pueden obstruir los vasos sanguíneos de la placenta. Los estudios sugieren que este y otros anticuerpos relacionados (llamados anticuerpos antifosfolípidos) causan entre el 3 y el 15 por ciento de los abortos espontáneos recurrentes. Es posible medir la concentración de anticuerpos mediante análisis de sangre especiales. El tratamiento con bajas dosis de aspirina y del anticoagulante conocido como heparina permiten el nacimiento de un bebé sano en entre el 70 y el 75 por ciento de las mujeres afectadas. Una anomalía genética denominada mutación de Leiden del factor V, que afecta la coagulación sanguínea, también puede influir en la recurrencia de las pérdidas. Los investigadores están estudiando si el tratamiento con aspirina y heparina pueden ayudar a prevenir estas pérdidas también.

Infecciones y otros factores.
Ciertas infecciones asintomáticas del tracto genital podrían desempeñar un papel importante en los abortos espontáneos recurrentes. Sin embargo, no se recomiendan actualmente pruebas de rutina (en las mujeres que no presentan síntomas) en el caso de infecciones. La exposición de la mujer embarazada o de su pareja a ciertos disolventes industriales en el trabajo puede provocar a veces un aborto espontáneo. Las parejas deben consultar a su médico acerca de los productos químicos a los que están expuestos en sus lugares de trabajo.

Aunque no pueda encontrarse la causa de sus abortos espontáneos recurrentes, las parejas en esta situación no deben perder las esperanzas: aun sin tratamiento alguno, alrededor del 60 al 70 por ciento de las mujeres que han sufrido abortos espontáneos recurrentes logra tener finalmente un embarazo saludable.

El niño de 2 a 3 años: Las rabietas.

Entre los 2 y los 4 años de edad, los niños afirman su recién descubierta autonomía. Ahora se saben seres distintos, diferentes de sus padres, y necesitan aprender hasta dónde pueden llegar haciendo las cosas a su modo. Simplemente, buscan saber cuál es su poder. Dicho de otra forma: “si lloro... ¿puedo conseguir que la situación cambie?” ¡Se trata de comprobar si pueden controlarnos,
Cómo afrontar las rabietas:
  • Mantened la calma, o al menos, no dejéis que el niño perciba que os altera.
  • No prestéis atención a la llantina, pero sí al niño. Si, por ejemplo, grita porque no quiere bañarse, actuad como si nada ocurriera mientras le bañáis –contadle una historia, anticipadle lo que va a cenar...–. Aparentad no daros cuenta de su llanto y su resistencia.
  • No cedáis a sus requerimientos. Si lo hacéis, estaréis perdidos.
  • Más vale prevenir. Observad si las llantinas aparecen con más frecuencia en determinadas situaciones: ir de compras, volver del fin de semana... Tal vez podáis hacer los planes de otra manera, o llevar algo preparado para distraer al niño, por ejemplo.
  • Buscad conductas positivas que sean incompatibles con la llantina. Por ejemplo, puede ser el encargado de ir echando los productos en el carro de la compra, o elegir tres canciones para que las cantéis durante el baño.

          No anticipéis lo que va a ocurrir, ni habléis de la rabieta una vez terminada. Si hacéis comentarios del tipo “y a ver si hoy no montas el número en el supermercado”, lo único que hacéis es animarle. Y los comentarios posteriores sólo sirven para que el niño se dé cuenta de hasta que punto os ha afectado su conducta.
  • No viváis con miedo a las llantinas: es un error adaptar lo que hacemos o dejamos de hacer en función de si el niño va a llorar o no. Si quiere llorar, que llore, pero que no le sirva para nada.

EVITAR EL ESTREÑIMIENTO EN BEBÉS

El estreñimiento es la dificultad para realizar normalmente las deposiciones, debido a la dureza y el tamaño de las heces, producida por una dieta inadecuada baja en fibras y pobre en líquidos.

Un bebé o un niño en ocasiones puede durar hasta 3 días sin defecar pero algunas veces esto no es señal de estreñimiento ya que cuando lo hace las heces suelen ser totalmente normales, pastosas o semilíquidas. Es importante tomar en cuenta tanto el tiempo que tarda tu hijo en realizar una o varias deposiciones, la consistencia de las heces, los alimentos que está consumiendo y el esfuerzo que muestra al defecar, para así poder determinar efectivamente si se trata o no de estreñimiento.
Algunos casos de estreñimiento se asocian también con poca actividad física, estimular al bebe o niño a que juegue o camine puede ayudar a mantener el metabolismo adecuado de su organismo.

Incluye en su alimentación:
  • Ciruelas, pasas o guindones. Prepara una compota con uno de ellos y dale a tu bebé  de media a 3 cucharadas al día.
  • Agua o manzanilla. Con 1 o 2 onzas hasta 4 veces al día será suficiente.
  • Manzana o granadilla en jugo. Se aconsejan de 2 a 4 onzas 1 ó 2 veces por las mañanas.
  • Leche con miel de maiz.  Añade a 1 cucharita por cada 3 onzas de leche
  • Leche con néctar de ciruela, pasas o guindones. Agrega 1 onza (30 ml) por cada 3 onzas de leche.
  • Prefiere el cereal de cebada o de avena antes que el de arroz.
Recuerda que tu pequeño debe recibir una dieta equilibrada y enriquecida en frutas, cereales, verduras y menestras.