La gran mayoría de las embarazadas tienen antojo (entre el 65 y el 90%), pero en realidad que son?
Los antojos se manifiestan como un deseo repentino e irrefrenable por comer un alimento determinado.
Los antojos se manifiestan como un deseo repentino e irrefrenable por comer un alimento determinado.
Se atribuyen a los cambios hormonales que se producen en el organismo durante el embarazo y muchos especialistas, señalan que deben ser satisfechos siempre que se sienta la necesidad, excepto si existen graves problemas de salud o de sobrepeso.
Con las alteraciones hormonales, la placenta empieza a producir algunas hormonas que pueden provocar en el organismo una serie de fenómenos de adaptación, entre los que se encuentran las náuseas, la sensación de saciedad gástrica, la falta de apetito y el denominado “estado gastronómico de sueño”, que puede estar directamente relacionado con la manifestación de los antojos, puesto que implica un cambio desordenado en los deseos alimenticios.
Este fenómeno puede dar lugar a que ciertos alimentos, que hasta el momento se había degustado sin problemas, se vuelvan insoportables (usualmente el pollo, los huevos, las verduras, el pescado y la pasta) o deseables (frutas, zumos, helados, dulces entre otros).
La dieta de la embarazada ha de ser variada y equilibrada, con importante aporte de frutas y verduras, lácteos, pescados y carnes bajas en grasa, evitando de forma absoluta el tabaco.
En cuanto a los dulces, se puede comer, pero con moderación. Especialistas en nutrición y ginecólogos opinan que se puede comer con tranquilidad pasteles hechos en casa y otros dulces caseros, aunque siempre sin exagerar y en las cantidades adecuadas.
Con relación a los alimentos salados, elevan las concentraciones de sales en el organismo, expandiendo, así, el volumen del plasma. No obstante, debido a que el sodio puede elevar la presión arterial, las mujeres hipertensas deben consultar con su médico.
En el caso de las gestantes con sobrepeso, es aconsejable limitar el consumo de dulces y dar preferencia a alimentos menos grasos y poco calóricos, aunque no por ello menos agradables al paladar, como, por ejemplo, la fruta de estación y las verduras. En general, es aconsejable reducir el consumo de alimentos fritos, salsas demasiado grasas o elaboradas, dulces sofisticados y bebidas gaseosas, con exceso de azúcar y calóricas.
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